sábado, 27 de diciembre de 2014

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN EL CONTEXTO DE LA GLOBALIZACIÓN


Al tiempo que se desarrollaban o iban concluyendo los procesos de reconversión, la industria española tuvo que adaptarse a las nuevas condiciones derivadas de la globalización económica, sobretodo, y también a los profundos cambios tecnológicos de finales del siglo XX y a las nuevas condiciones laborales y de los mercados.

Comparativamente con otros países europeos, desde 1975 hasta el presente, España ha tenido un aumento de la producción industrial, la cual se incrementó gracias a la renovación y modernización de los procesos, aunque a la costa de la pérdida de un considerable número de empleados.La integración en los mercados internacionales supuso el abandono del proteccionismo de los años interiores. Ante el reto de la competitividad que ello suponía se pusieran en evidencia numerosos problemas estructurales de nuestra industria: reducido tamaño de las empresas, escasa disponibilidad de capital, poco esfuerzo en investigación y tecnología, incremento de los costes salariales.La apertura al exterior tuvo su respuesta inmediata en el comercio; crecieron mucho los intercambios pero el balance exportación-importación fue negativo, particularmente con los países europeos más desarrollados, a la vez que la tradicional diversidad de nuestro comercio se redujo a favor de las exportaciones realizadas por las firmas multinacionales.Las inversiones extranjeras en España aumentaron considerablemente, principalmente los procedentes de la Unión Europea, las cuales estuvieron dirigidas hacia los sectores y actividades que requieren más capital y tecnología. Así estas llegaron a tener hegemonía absoluta en industrias como la del automóvil, químico-farmacéutica, electrónica, informática,etc.En ocasiones se sirvieron de la compra de marcas e instalaciones existentes, a las que sometieron a una profunda transformación, y se beneficiaron de la fragmentación de algunos holdings y la desaparición del Instituto Nacional de Industria. El resultado final fue la desnacionalización o pérdida del componente nacional de las decisiones estratégicas de la empresa, poniéndose las bases para estrategias de deslocalización y traslado a cualquier parte del mundo.Ello ha conllevado sobre nuestra industria consecuencias de todo tipo.Una de las principales ha sido la alteración de la jerarquía de las ramas industriales .Así, las ramas o sectores más dinámicos , que se beneficiaron del crecimiento de la competitividad operado por la reconversión y del aumento de la demanda y consumo internos, tuvieron unos excelentes resultados, aunque se hicieron netamente importadoras de productos extranjeros para venderlos en el mercado interior. Fue , por ejemplo, el caso de las industrias informáticas, electrónica,eléctrica, química o automovilística. En cambio, otras ramas de menor demanda y componente tecnológico, sometidas a la presión de los competidores extranjeros, perdieron empleo y producción. Este fue el caso de la confección, madera, piel, cuero, calzado, minerales metálicos,etc, que precisaron fuertes inversiones y ayudas para afrontar los procesos de reconversión.El resultado final de la inserción de nuestra industria en la economía globalizada ha sido, por una parte, la descentralización de la producción, pues de los grandes centros y complejos fabriles se ha pasado a multitud de pequeñas instalaciones, empresas de tamaño medio que abastecen y satisfacen las necesidades de las grandes firmas. De otra parte se ha producido el efecto de la concentración de decisiones que afectan a la industria, del volumen de negocio, de las estrategias,etc. Como quiera que muchas de las firmas pertenecen a grupos transnacionales, resulta que este aumento de escala productiva está incrementando nuestra dependencia externa.

Un saludo, Beatriz Benítez y Carlos Castaño


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